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Actualizado: 18 septiembre, 2023

Quiero acabar (por ahora) este ciclo de entradas sobre la mujer en el mundo celta con un análisis sobre el papel que tenía en las sociedades del mundo antiguo del área atlántica. Básicamente porque es de la que tenemos una amplia base documental sobre todo de época medieval, con claras referencias a la Edad del Hierro.

Como veréis solo hago incapie en aquellos aspectos en los que se detona esa supuesta libertad, ya que en el resto de ellos, no parece que haya muchas diferencias con otros pueblos de su época.

Antes de seguir quiero aclarar además que, si bien hablamos de una gran libertad de las mujeres celtas en el ámbito social, se considera que esa sociedad era patriarcal, sin ninguna duda, al menos en la época en la que los autores latinos y griegos estuvieron en contacto con ellos.

Fuentes de información

Una de las pocas fuentes de información que tenemos es la de las sagas irlandesas, así como también los códigos legales de la alta edad media. Del estudio de esas fuentes educimos que la posición social de la mujer celta contaba con mucha más libertad que la que tenían las de otras culturas de su entorno.

La arqueóloga del mundo celta Marija Gimbutas es una de las personalidades que, presentando datos arqueológicos y testimonios históricos (de los clásicos) demuestra la importancia del rol de la mujer en el mundo celta. (abajo teneis bibliografía específica sobre el tema de este post). El rol de la mujer se puede inferir del enorme listado de reinas-diosas de la mitología irlandesa. Otro legado es el de las mujeres que fueron reinas de toda irlanda, por encima de reyes de provincias. Otras reinas como Onomaris, o la propia Boudica son muestra de esta idea. La arqueología ha confirmado en tiempos recientes ese papel, por ejemplo en la tumba de Vix en la Galia.

Nacidas libres e iguales

No se aprecian distinciones evidentes en las fuentes literarias entre los pequeños de ambos sexos. La formación, al menos la de las clases más elevadas de la sociedad, correría a cargo de los druidas, y las mujeres tendrían un papel en ella que cumplir. Lo sabemos porque ellas fueron reinas, igual que ellos, y la formación militar, cultural y social la recibieron de igual forma, ya que en el desempeño de su tarea no vemos distinciones.

El concepto de familia entre los celtas es distinto al que tenemos en la actualidad. Por ejemplo los niños huerfanos pasaban a cargo de las mujeres de la familia, que se ocupan solidariamente de ellos, todas ejercen el papel de tías.  Engels hizo un estudio muy bueno sobre familia en el mundo antiguo, que os recomiendo (más allá de las teorías sobre movimientos sociales con su colega Marx).

Por tanto consideramos que el hecho de ser mujer no sirvió para que fueran discriminadas, aunque posiblemente el hecho de haber nacido campesina o hija de un noble hubiera creado un foso mucho más profundo.

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El matrimonio

El concepto de matrimonio en este pueblo era bastante amplio. Según los códigos legales de Irlanda había 9 tipos de enlace que variaban dependiendo de muchos factores:

  1. la mujer y el hombre tienen la misma capacidad financiera
  2. la mujer aporta poco o nada al matrimonio
  3. el hombre aporta poco o nada al matrimonio
  4. el hombre cohabita con una mujer en casa de ella
  5. la mujer se fuga con un hombre sin el consentimiento de los familiares de ella
  6. la mujer consiente ser raptada sin el conocimiento ni consentimiento de sus padres
  7. la mujer es visitada en secreto sin que sus familiares lo sepan
  8. matrimonio por medio de, o a causa de una violación
  9. matrimonio entre enfermos

El divorcio era sencillo

Si aún así no salía bien no había demasiado problema. Podía resolverse argumentando varios hechos. Por ejemplo ella podía divorciarse si él la pegaba o se había vuelto violento. Si él se iba con otra mujer ella tenía el derecho a quedarse con la casa y los enseres que había dentro. Si él había mentido o hecho burlas a costa de ella, si la había engañado para que se casara con él y se demostraban las mentiras, si el marido era impotente o estaba tan obeso que no podía tener sexo, o si se demostraba que era homosexual o no podía engendrar hijos.

Lo cierto es que quienes solicitaban más el divorcio eran los hombres, o al menos eso se deduce de las fuentes. No había trámites si se daba un simple acuerdo entre ambos. En el momento de la separación la mujer recuperaba los bienes personales y su parte de los gananciales. Con ello se evitaba el perjuicio a la mujer. Después del divorcio la mujer seguía ocupando el papel que tenía antes de casarse en su antigua familia.

Creo que tenemos que ver esta forma de matrimonio como un simple contrato de convivencia más que otra cosa. Quizá así entendamos mejor el concepto.

Aspectos legales de la vida de la mujer celta

Como decíamos arriba, de las diferentes formas de matrimonio se derivan distintos aspectos legales de los contrayentes. Por ejemplo que la mujer al casarse no pasa a ser parte de la familia del marido, sino que sigue siendo parte de su antiguo clan, y el marido paga una especie de compensación a la familia por llevarsela.

En otras ocasiones, la familia pasaba a formar parte de un estatus especial (por ejemplo si el marido era extranjero), dentro del clan materno. Los hijos de este matrimonio heredan los bienes de la familia de la madre. En la realeza pasaba lo mismo. Los hijos heredan la soberanía por parte de madre, o de un tío materno.

El caso del concubinato

En Irlanda está documentada esta práctica que consistía en que un hombre, casado o no, podía tener una concubina. En caso de estar casado debía contar con el consentimiento de su esposa. Si ella se lo daba, se rubricaba un contrato con la concubina, que vivía en la casa del hombre y recibía una compensación personal y otra a su familia.

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Este contrato duraba un año natural. Cuando terminaba, la concubina recuperaba la libertad, pero se le podía ofrecer renovar por otro año. Se le conocía como «matrimonio temporal». En él la mujer no era un objeto que se compraba, sino una parte de una relación contractual con la que se convenía un acuerdo.

La concubina tenía la potestad de si no se respetaban las condiciones de ese contrato, apelar ante un juez elegido por ella mísma (normalmente un druida).

Hay un caso que cuenta una de las crónicas, y es el de un druida que quiso instalar en su casa a una concubina que había sido rechazada por su esposa previamente. Ante la insistencia del druida la esposa le advirtió que si persistía en ello se divorciaría. Al ser ella la propietaria de la fortuna familiar el druida tuvo que ceder y abandonar a su concubina.

Los hijos

En principio pertenecían a la familia del padre, algo que les protegía ya que les daba el soporte de la solidaridad familiar en caso de verse en situación de desamparo. Para evitar esa situación, en parte, existía la práctica del fosterage entendido como enviar a los hijos a casas de otras familias para formarse lo que generaba lazos de amistad entre el niño y los padres adoptivos y establecía relaciones entre los clanes.

Los hijos podían heredar de padre y de madre y las hijas no eran descartadas de la línea sucesoria en ningún caso. (véase Boudica), sin embargo si se aprecia cierta desventaja con sus hermanos varones.

Lo niños y niñas huerfanos quedaban al cuidado de una red de madres de la familia, como os decia.

¿Restos de un culto arcaico?

La mujer en sí mísma parece adquirir la condición de ser un ente especial. La dispensadora de vida. La Diosa Madre, la vieja, la jóven que renace en primavera o la madre de las cosechas Tailtiu. El papel de la vida en la mitología irlandesa lo ocupa siempre la mujer. Es la que domina el caldero. Al lado está el Padre, Dagda, quien con una mano quita la vida y con la otra la da, pero es el complemento de la madre. Y de ellos surge la luz brillante de los dioses solares (Lug, Belenos…)

Todo apunta a que estamos ante un momento de transición de un culto lunar femenino a un culto solar masculino, o mejor dicho, a una sociedad patriarcal donde todavía perviven integradas en lo más profundo costumbres antiguas.

El ocaso del mundo femenino y el paso a la sociedad patriarcal

En el Mabinogion encontramos una leyenda que expresa muy bien el sentido de este tránsito del que hablamos arriba.

Arianrod, hija de Don se niega a reconocer al hijo que ha tenido con su hermano Gwyddyon y lanza un triple conjuro contra él. No va a tener nombre si ella no se lo pone, no tendrá armas si ella no se las da, y no tendrá esposa de la raza de los hombres.

Básicamente, el niño no es nada si la mujer no quiere. Pero su padre urde una estratagema para librar a su hijo de la maldición. Gracias a la magia consigue que la madre le ponga nombre al niño, al que se le llamará Lleu Llaw Gyffes «pequeño de la mano firme»… y que aquí al sur de la Céltica y en toda la Galia lo conoceríamos como Lug. (Por ejemplo la tribu astur de los Luggones del centro de Asturias, cuyo etnónimo proviene de este dios pancéltico).

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No me voy a extender, pero el niño y su padre disfrazados gracias a la magia, consiguen que su madre les entregue armas, y sólo les queda que el pequeño Lleu tenga una compañera. Para ello, crean una mujer con pétalos y plantas de las colinas. La llaman Blodeuwedd «nacida de las flores». Pero no sale como ellos se esperaban.

La bella muchacha se casa con el muchacho, pero conoce a otro del que se enamora y manda matar a Lleu para librarse de su autoridad y escapar con su amante. Consigue matar al muchacho, pero su padre lo revive y persigue a la muchacha flor para matarla.

Al final, no puede hacerlo, porque si lo hace se destruye a sí mismo, pero no perdona la ofensa a la autoridad del hombre, por lo que decide castigarla, convirtiéndola en buho y obligandola a vivir escondida en la noche.

Si alguien no ve en esta historia una metáfora del paso del dominio en el ámbito social del hombre respecto a la mujer que me lo diga 🙂

Bibliografía

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