Actualizado: 13 febrero, 2024

Cuando estuvimos visitando Bretaña este verano, tuve la oportunidad de ver el islote de Tombelain. Veréis, es un sitio interesante por muchos motivos. El principal ser considerado como la tumba del dios celta Belenos. Veremos que tiene más miga de lo que parece.

La costa donde se encuentra la desembocadura del Couesnon, el río que fluye a los pies del monte Saint Michel, estaba poblada por tribus galas desde el primer milenio a.C. con asentamientos religiosos que solaparon los viejos lugares de culto del Neolítico. Ya os hablé del Menhir de Champ Dolent, o del mismo monte Dol, que fueron utilizados en la edad de piedra como sitios religiosos.

Estos lugares, que físicamente destacan en medio de la enorme planicie que constituye la costa de la frontera entre Bretaña y Normandía, fueron lugares destacados para la religión druídica de la Galia. El propio monte Sant Michel era uno de esos lugares destacados, pero «a su sombra» hay otro islote que suele pasar desapercibido para los turistas y que quizá para la religión celta tenga más valor incluso que el propio monte. Se trata del islote de Tombelaine.

Monte Saint Michel
Monte Saint Michel una mañana de verano de 2019

La foto que ilustra esta entrada la hice desde la explanada que hay enfrente de la abadía del Monte. Se ve bien la distancia que hay entre una isla y otra, y que cuando hay marea baja se puede acceder a ella caminando. Dicen que sólo con guía, aparte de por los peligros de la bajamar de la bahía, también porque es una reserva de aves, que no se puede visitar sin permiso.

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Un bosque mitológico

Según la leyenda, no siempre fueron arenas lo que había entre las dos islas. En la más remota antigüedad aquí se hallaba el bosque de Scissy. Un lugar del que hoy se duda de su existencia. Sin embargo, las leyendas de la fundación de la abadía cuentan que toda esa arena que veis eran árboles que llegaban 48km más al norte. Aquí las mareas son muy violentas y si existió alguna vez, se cree que pudo desaparecer tras el maremoto del 709.

Bien, tenemos un bosque antiguo y tres colinas sagradas en ese bosque. El Mont Dol (lugar de culto prehistórico), el monte Saint Michel o monte Tumba, y el islote de Tombelaine o tumba de Belenos. Es significativo que las dos islas, con su forma de montículo fueran percibidas como tumbas de tipo tumular, lo que pone de manifiesto la concepción de lugar sagrado relacionado con la muerte de ambos sitios.

Efectivamente hay dos montes tumba. En el relato del viaje realizado en el siglo IX por un monje de nombre Bernardo, Itinerarium Bernardi Monachi, a la isla del monte dedicada al arcángel se le llama Saint-Michel-aux-Deux-Tombes (ad duas Tumbas). Uno era el Monte Saint-Michel, y el otro Tombelaine.

Diversas explicaciones para el nombre Tombelaine.

Según la etimología popular se llama así por ser la «tumba de Helena», debido al nombre de la princesa Helene, hija del rey Hoel, que fue sepultada allí.

Para lo que nos afecta a este post, hay una tradición que dice que puede llamarse así por ser el «túmulo de Belenos», el dios celta de la locuacidad. Esto también haría referencia al lugar sagrado funerario dedicado a esta deidad. En este sentido Victor Hugo, el célebre escritor francés, en 1793 relató que un sacerdote  le había referido que el nombre de Tombelaine venía de «… Tumba Beleni, la tombe de Belenus, de Belus, de Bel, de Bélial, de Belzébuth».

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Como veis, se percibe cómo la iglesia identifica a un dios galo, a priori benefactor, con un demonio. Nada nuevo bajo el sol. De hecho, la propia leyenda fundacional del monte Saint Michel parece reflejar simplemente el solapamiento de dos cultos enfrentados, quizá narrando el fin del druidismo en la zona.

Dice así.

«El arcángel San Miguel fue llamado a combatir en la bahía que se encuentra entre Normandía y Bretaña. Allí el demonio había tomado forma de dragón marino (¿maremoto como el que reportan en el 709 y que pudo acabar con el bosque de Scissy?) y castigaba a las gentes del lugar despiadadamente.

La batalla comenzó en el monte Dol, donde el ángel comenzó a combatir al demonio (¿culto cristiano que expulsa a lo que queda de sacerdocio druídico en el monte?). La batalla entre las huestes del arcángel y las hordas de demonios fue muy cruenta y duró varios días, mientras los hombres asistían aterrorizados a este combate.

El ovispo de Avranches, Aubert, fue uno de los que presenció la batalla. Días después recibió en sueños la orden de fundar un santuario en el lugar donde San Miguel había cortado la cabeza al demonio, el monte Saint-Michel. Parece ser que desobedeció en dos ocasiones la llamada y a la tercera, como no hacía caso le dejó una marca en la frente. En algunos lugares dicen que una cruz, en otra un agujero circular.

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